lunes, 16 de febrero de 2015

TODOS NOSOTROS SABEMOS ALGO, TODOS NOSOTROS IGNORAMOS ALGO, POR ESO APRENDEMOS SIEMPRE.

A los niños les encanta aprender. Para ellos, aprender es tan natural como el respirar, absorben todo lo que sucede a su alrededor. Aprenden a través del juego, a través del comportamiento de otros y a través de experimentar ellos mismos.
Definitivamente, asistir a la escuela, donde encontrarán muchas experiencias nuevas, muchos niños y la oportunidad de dominar habilidades importantes como leer y matemáticas, debería ser algo divertido y emocionante para todo niño.
Para poder aprender, un niño necesita sentirse seguro y apreciado
 En la escuela, necesita saber que su profesor le estima y lo considera especial. Necesita saber que en la escuela no se van a reír de él y que nadie le va a amedrentar ni humillar. Necesita que se le anime, que se espere mucho de él y que haya mucha diversión. El juego, que es el lenguaje y ocupación de los niños, sigue siendo muy importante durante la edad escolar. Entre más se les permita que jueguen junto a sus actividades de aprendizaje, más pronto desarrollará habilidades y captará nueva información.
En casa, todo niño necesita de afecto, bondad y cierta cantidad de atención individual de parte de sus padres, aunque sólo sean 5 minutos antes de ir a dormir o durante un viaje en coche.

Para que en las escuelas se fomente el aprendizaje y que los padres lo apoyen, necesitamos asegurarnos que las necesidades de los niños se cubran tanto en casa como en la escuela. Enseguida enumero algunos conceptos clave que no son bien entendidos todavía:
     Los niños necesitan sentirse amados, o por lo menos comprendidos y respetados, para que sus mentes tengan la claridad necesaria para aprender. 
    Los niños necesitan grandes cantidades de afecto y cercanía física. La cercanía abastece a su autoconfianza y libera sus mentes de las dudas en cuanto a su capacidad. Los niños que se sienten inseguros de sus capacidades no se pueden concentrar para aprender.
    Los niños aprenden mejor a través del juego y actividades prácticas. No hay mejor maestro que la práctica. Que se enseñen unos a otros lo que van aprendiendo. En particular, el juego libre sin fines de competencia ni reglas es un gran promotor del intelecto, la imaginación y la autoconfianza en los niños. Cuando la vida se siente como una faena cansada y aburrida, el aprendizaje simplemente no se da. El juego libre es muy importante porque mantiene viva en el niño la chispa de esperanza e interés.
    Los niños necesitan la libertad de cometer errores y hacer preguntas sin temor a ser 
  avergonzados o humillados. Las “fallas” y los errores enseñan tan bien como los 
   éxitos, siempre y cuando se respete al niño.

    El profundo sentido de justicia de los niños exige que ellos y otros sean tratados con justicia y consideración. Justicia para ellos significa que se fijen límites, pero sin ira, que se establezcan reglas, pero sin humillaciones, que se enfrenten los problemas, pero sin atacar a las personas por tenerlos.

    Cuando un niño no puede concentrarse o aprender, por lo general hay un asunto emocional que bloquea su progreso. ¡Uno se siente mal cuando no puede pensar! Uno siente temor por dentro cuando no puede hacer lo que se espera de uno y uno no sabe qué hacer al respecto. Esto es lo que le sucede al niño cuando no puede escribir el relato que se le pide, aprenderse de memoria las tablas, ni concentrarse para hacer su tarea. El niño se siente mal, a menudo temeroso y muy solo.

    Cuando vemos a nuestro niño atorado de frustración con el aprendizaje, por lo general nos enfurecemos. Los problemas de nuestro niño nos hacen sentir exhaustos y vencidos. Asumimos algo parecido a: “¡Para esta edad, ya debería de poder hacer sus tareas solo! ¿Por qué necesita que YO le ayude?” Ansiamos que sus problemas desaparezcan para nosotros poder descansar.

    Lo que ayuda inmensamente es algo que se nos ha enseñado a evitar a toda costa. Si usted puede sentarse a su lado mientras el niño llora a rienda suelta por su frustración con la escuela, o hace un berrinche por no querer hacer la tarea, su niño se liberará de los sentimientos que le mantienen paralizado. El desahogo emocional le ayuda a los niños a enfocar su atención y recuperar el optimismo por el aprendizaje.

    La gran necesidad que tienen los niños de atención individual cuando tratan de aprender, es natural. Es el ambiente escolar donde tantos niños compiten por la atención de un solo adulto lo que va contra natura.

Casi todo niño llega a pasar por tiempos difíciles en la escuela. Y casi todo padre y madre llega a sentir coraje, frustración e impotencia cuando surgen dificultades. El inmenso amor que le tenemos a nuestros hijos y nuestra frustración con una sociedad que no ofrece mucho apoyo a sus jóvenes, hace difícil que pensemos bien cuando nuestros niños están teniendo dificultades. Sabemos de algunas medidas básicas que la gente ha encontrado útiles cuando las cosas no van bien.
§  No ayuda el culparse a sí misma, a su hijo, ni a los maestros por las dificultades. Culpar sólo desperdicia tiempo y hace a las personas sentirse más mal. Debido a que el culpar disemina malos sentimientos, se convierte en un estorbo para pensar mejor e impide la cooperación que se necesita para encontrar soluciones. Usted no tiene la culpa y está haciendo un esfuerzo para realizar un trabajo muy difícil. Su niño no tiene la culpa y lleva encima cargas de las que no le ha podido contar, ni sabe cómo deshacerse de ellas. Su profesora no tiene la culpa. Independientemente de quién haya cometido un error, la causa fundamental es la falta de apoyo y asistencia que sufrimos todos.


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