A los niños les encanta aprender. Para ellos, aprender
es tan natural como el respirar, absorben todo lo que sucede a su alrededor.
Aprenden a través del juego, a través del comportamiento de otros y a través de
experimentar ellos mismos.
Definitivamente, asistir a la escuela, donde
encontrarán muchas experiencias nuevas, muchos niños y la oportunidad de
dominar habilidades importantes como leer y matemáticas, debería ser algo
divertido y emocionante para todo niño.
Para poder aprender, un niño necesita sentirse seguro
y apreciado
En la escuela,
necesita saber que su profesor le estima y lo considera especial. Necesita
saber que en la escuela no se van a reír de él y que nadie le va a amedrentar
ni humillar. Necesita que se le anime, que se espere mucho de él y que haya
mucha diversión. El juego, que es el lenguaje y ocupación de los niños, sigue
siendo muy importante durante la edad escolar. Entre más se les permita que
jueguen junto a sus actividades de aprendizaje, más pronto desarrollará
habilidades y captará nueva información.
En casa, todo niño necesita de afecto, bondad y cierta
cantidad de atención individual de parte de sus padres, aunque sólo sean 5
minutos antes de ir a dormir o durante un viaje en coche.
Para que en las escuelas se fomente el aprendizaje y
que los padres lo apoyen, necesitamos asegurarnos que las necesidades de los
niños se cubran tanto en casa como en la escuela. Enseguida enumero algunos
conceptos clave que no son bien entendidos todavía:
Los niños
necesitan sentirse amados, o por lo menos comprendidos y respetados, para que
sus mentes tengan la claridad necesaria para aprender.
Los niños
necesitan grandes cantidades de afecto y cercanía física. La cercanía abastece
a su autoconfianza y libera sus mentes de las dudas en cuanto a su capacidad.
Los niños que se sienten inseguros de sus capacidades no se pueden concentrar
para aprender.
Los niños
aprenden mejor a través del juego y actividades prácticas. No hay mejor maestro
que la práctica. Que se enseñen unos a otros lo que van aprendiendo. En
particular, el juego libre sin fines de competencia ni reglas es un gran
promotor del intelecto, la imaginación y la autoconfianza en los niños. Cuando
la vida se siente como una faena cansada y aburrida, el aprendizaje simplemente
no se da. El juego libre es muy importante porque mantiene viva en el niño la
chispa de esperanza e interés.
Los niños
necesitan la libertad de cometer errores y hacer preguntas sin temor a ser
avergonzados o humillados. Las “fallas” y los errores enseñan tan bien como los
éxitos, siempre y cuando se respete al niño.
El profundo
sentido de justicia de los niños exige que ellos y otros sean tratados con
justicia y consideración. Justicia para ellos significa que se fijen límites,
pero sin ira, que se establezcan reglas, pero sin humillaciones, que se
enfrenten los problemas, pero sin atacar a las personas por tenerlos.
Cuando un niño no
puede concentrarse o aprender, por lo general hay un asunto emocional que
bloquea su progreso. ¡Uno se siente mal cuando no puede pensar! Uno siente
temor por dentro cuando no puede hacer lo que se espera de uno y uno no sabe
qué hacer al respecto. Esto es lo que le sucede al niño cuando no puede
escribir el relato que se le pide, aprenderse de memoria las tablas, ni
concentrarse para hacer su tarea. El niño se siente mal, a menudo temeroso y
muy solo.
Cuando vemos a
nuestro niño atorado de frustración con el aprendizaje, por lo general nos
enfurecemos. Los problemas de nuestro niño nos hacen sentir exhaustos y
vencidos. Asumimos algo parecido a: “¡Para esta edad, ya debería de poder hacer
sus tareas solo! ¿Por qué necesita que YO le ayude?” Ansiamos que sus problemas
desaparezcan para nosotros poder descansar.
Lo que ayuda
inmensamente es algo que se nos ha enseñado a evitar a toda costa. Si usted
puede sentarse a su lado mientras el niño llora a rienda suelta por su
frustración con la escuela, o hace un berrinche por no querer hacer la tarea,
su niño se liberará de los sentimientos que le mantienen paralizado. El
desahogo emocional le ayuda a los niños a enfocar su atención y recuperar el
optimismo por el aprendizaje.
La gran necesidad
que tienen los niños de atención individual cuando tratan de aprender, es
natural. Es el ambiente escolar donde tantos niños compiten por la atención de
un solo adulto lo que va contra natura.
Casi todo niño llega a pasar por
tiempos difíciles en la escuela. Y casi todo padre y madre llega a sentir
coraje, frustración e impotencia cuando surgen dificultades. El inmenso amor
que le tenemos a nuestros hijos y nuestra frustración con una sociedad que no
ofrece mucho apoyo a sus jóvenes, hace difícil que pensemos bien cuando
nuestros niños están teniendo dificultades. Sabemos de algunas medidas básicas
que la gente ha encontrado útiles cuando las cosas no van bien.
§ No ayuda el culparse a sí misma, a su hijo, ni a los
maestros por las dificultades. Culpar sólo desperdicia tiempo y hace a las
personas sentirse más mal. Debido a que el culpar disemina malos sentimientos,
se convierte en un estorbo para pensar mejor e impide la cooperación que se
necesita para encontrar soluciones. Usted no tiene la culpa y está haciendo un
esfuerzo para realizar un trabajo muy difícil. Su niño no tiene la culpa y
lleva encima cargas de las que no le ha podido contar, ni sabe cómo deshacerse
de ellas. Su profesora no tiene la culpa. Independientemente de quién haya
cometido un error, la causa fundamental es la
falta de apoyo y asistencia que sufrimos todos.