jueves, 7 de mayo de 2015

MITOS CONTRARIOS A UNA MANERA DE EDUCAR POSITIVA

Mitos contrarios a la parentalidad positiva 


Con los niños pequeños no se puede dialogar porque no entienden, por eso el cachete es lo más efectivo.

Los órganos que intervienen en el habla, al nacer, no están preparados para funcionar aún pero el cerebro “emocional” del bebé ya procesa estímulos de este tipo. Antes de adquirir la capacidad de expresarse o entender totalmente el lenguaje hablado (a partir de los 36 meses su entendimiento es casi total), captan perfectamente la intencionalidad del mensaje que le transmites a través de los códigos de comunicación no verbales: los gestos, las expresiones faciales y el tono de la voz de sus padres. 

El niño o la niña pueden comprender si haces un esfuerzo para adaptar tu lenguaje y tus mensajes y establecer un diálogo con él. 

El cachete no es violento y a los niños se les olvida enseguida 

El cachete, tirón de pelo, zarandeo, el insulto, la amenaza, avergonzarle ante otros por su comportamiento, decirle que dejarás de quererle porque no hace lo que quieres, son las tácticas más comunes que algunos adultos emplean para educar a los niños y las niñas cuando no disponen de herramientas de comunicación adecuadas y tampoco se paran a pensar en el impacto que esto tendrá en el desarrollo de sus emociones. 
Imagina que tu pareja, amigos, familiares o compañeros de trabajo actúan de esta manera contigo cada vez que te equivocas o haces algo de lo que no puedas sentirte orgulloso. Nuestros sentimientos no difieren mucho de los que experimentan los niños y las niñas, salvo en algo muy importante: nosotros sabemos dónde está el límite de lo que es real y lo que no. 

En la edad adulta disponemos de herramientas para manejar la humillación, la tristeza, el dolor y la rabia a lo largo de nuestra vida, mientras que un niño o niña no dispone de esta autoprotección. Además, el cerebro procesa y gestiona emociones primarias: miedo, alegría, tristeza o ira desde que nacemos. 

La experiencia de las emociones vividas genera asociaciones, huellas o memorias implícitas de gran carga emocional. Estas huellas, incluso cuando se generan en la edad más temprana, influirán en la forma en la que cada individuo vive las emociones, su tendencia a experimentar un tipo de emoción o en la forma de reaccionar ante ella.


A mí me pegaron de pequeño y no tengo ningún trauma 

No podemos saber cómo seríamos si nos hubiesen educado de otra forma. Tal vez, a lo largo de nuestra propia infancia hemos recibido mucho amor, pero también nos hayamos llevado algún azote, cachete, insulto o desaprobación humillante por parte de nuestros padres y esto no nos parezca algo malo ni traumático. Pero no debemos asumir 
como natural la convivencia de amor y violencia. Siempre podemos hacerlo mejor y más aún aprovechando el conocimiento recopilado en estas últimas décadas sobre modelos efectivos de crianza de acuerdo al desarrollo emocional y cognitivo de los niños. 

Cuando un niño sale “torcido”, el azote es la única manera de corregir 

Quienes justifican el uso del castigo físico con los niños suelen pensar que el niño “no entiende el lenguaje” o “el niño es incapaz de pensar por sí mismo”. La normal con este razonamiento es usar el sistema de premios y castigos (la amenaza, el insulto o cachete) porque según este enfoque, los niños o las niñas, al igual que las mascotas, no tienen otra forma de entender. 

Esta actitud refleja la falta de conocimiento de los niños, de su evolución y desarrollo, de sus capacidades y emociones. Es también el resultado de cierta prepotencia ante los niños, falta de respeto, empatía y carencia de habilidades o herramientas por parte del adulto. 

Un cachete a tiempo evita males mayores 

El niño y la niña, en torno al año, empieza a desplazarse por sí mismo y necesita explorar el mundo que le rodea, tocarlo todo, pero se encuentra ante muchos peligros de los que no es consciente. En estos casos, se justifica la utilidad del cachete porque interrumpe la intención del niño hacia el objeto o acto peligroso, basándose en la asociación negativa: tocar o hacer es igual a susto o dolor. El niño o la niñnecesita experimentar mediante el ensayo-error, probar y conocer mediante los sentidos, para que sus capacidades intelectuales se desarrollen. Evitar este impulso castigando es contradictorio y, en la mayoría de las ocasiones, inútil porque el interés por conocer su entorno es más potente que la amenaza del castigo. Es responsabilidad del adulto fomentar la curiosidad innata del bebé y al mismo tiempo evitar exposiciones a posibles daños: no dejar productos químicos, medicinas u objetos punzantes a su alcance; poner protectores en los enchufes; tener cuidado con electrodomésticos encendidos. Es muy importante que estés siempre vigilante desde la distancia, pero también que le permitas desarrollar su autonomía mientras realiza sus incursiones y exploraciones.

Alternativas al cachete, grito, amenaza: es posible y ¡tú puedes! 


Ser padre o madre no es una tarea nada fácil y la mayoría intenta hacerlo lo mejor posible evitando patrones de su propia crianza con los que no está de acuerdo, o incluso repitiéndolos ante su asombro. Antes de nada, calma. El hecho de que estés leyendo esta guía indica que algo te remueve por dentro, que tienes inquietud por mejorar como padre o madre y sobre todo, que quieres a tu hijo o hija y esperas que sea feliz a tu lado.

El niño o la niña entiende el dolor y la humillación que provoca el cachete o el insulto y lo asocia a que si no acata las órdenes, se le castiga de esta manera. Sin embargo, el castigo físico se ha demostrado que no es eficaz y, lo que es peor aún, el niño aprende que amor y violencia pueden ir de la mano, que cuando soy más fuerte puedo ejercer el poder sobre otro para imponer mi voluntad, que la inmediatez de la fuerza es más útil a la opción del diálogo y el establecimiento de límites. 

Es verdad que la opción del diálogo y el establecimiento de límites requiere más esfuerzo, tiempo y dedicación, pero los resultados son muy positivos: ¿no vas a intentarlo? 

Para empezar, tenemos que caer en la cuenta de que tanto educar con autoritarismo (aquí mando yo), como con demasiada permisividad (dejando que el niño o la niña haga y deshaga a su antojo o comprándoles todo lo que quieren para que nos dejen en paz), tiene consecuencias perjudiciales para ellos, para la familia y para el conjunto de la sociedad. El estilo autoritario trata de enseñar con límites impuestos por el miedo, sin espacios para razonar, dialogar y entender. El permisivo se desentiende de dar pautas y de enseñar lo que es correcto y lo que no, de respetar los derechos de otros y los propios. Uno, prepara ciudadanos sumisos o agresivos, personas a las que no se les enseña a razonar, a cuestionar o a tener criterio propio. El otro, contribuye a crear ciudadanos egoístas, que muestran bajas dosis de empatía y falta de solidaridad o respeto por el bien común. Existe un camino alternativo: la educación asertiva, que parte de comprender que nuestros hijos son personas singulares, con cualidades propias, distintas a las nuestras. Respetar su ritmo, su proceso evolutivo y actuar en consecuencia, proporcionándoles amor, seguridad y autoestima, y guiándoles con normas y límites, son las bases de esta propuesta de crianza. 

El presente de los niños forja el futuro de su personalidad y de sus códigos de conducta cuando lleguen a la edad adulta. El niño o la niña tiene mucha curiosidad y gran capacidad de aprender. Absorben como esponjas nuestros gestos, muletillas, forma de hablar y también nuestra forma de resolver los problemas. No podemos exigir ni esperar que nuestros hijos se comporten de manera diferente a como lo hacemos nosotros, somos sus guías y referentes, tanto en lo bueno, como en lo malo. Podemos ofrecerles el mejor ejemplo con la manera en que les educamos, les guiamos y protegemos: con respeto, diálogo y confianza mutua.






COMO EDUCAR EN POSITIVO 1º PARTE

INTELIGENCIA EMOCIONAL

El niño y la niña de 6 a 10 años •


 A partir de los 6 años ya voy al colegio. Me relaciono con otros niños y niñas y con profesores que desarrollan expectativas sobre mí y me enseñan nuevas normas y rutinas. Algunos niños y niñas podemos estresarnos ante estas situaciones porque tenemos que manejarnos solos, sin la supervision y presencia de los padres. A otros, en cambio, nos gusta conocer gente nueva y hacer cosas diferentes. Empiezo a relacionarme con otros niños y niñas, y pido a mis padres que me dejen pasar tiempo con mis amigos. 

• En esta etapa soy muy sensible a la crítica y puedes dañar fácilmente mi autoestima si me reprendes duramente por los fallos que cometo. Para mí tiene mucha importancia cómo me ven los demás, que me digan que soy “bueno en algo”. 

• Cada niño y niña tenemos una personalidad propia y un proceso de adaptación a la escuela particular. La falta de motivación, los problemas en casa, la pérdida de un ser querido o el estrés, pueden influir en que tenga poco interés por ir al cole. Es posible que si rindo poco piensen que soy vago, pero esto puede deberse a problemas para concentrarme, a que no entienda bien las instrucciones del profesor o a problemas de vista o audición. Yo no soy capaz de identificar estas situaciones y necesito la ayuda de mis padres y profesores. 

¿Cómo responder adecuadamente a sus necesidades?

Debemos estar atentos a síntomas de inseguridad en la escuela ya que pueden provocar tristeza, apatía o rabia. Es necesario hablar con el niño o la niña de su cotidianidad y apoyarle y motivarle con las tareas escolares (cómo disfrutar de lo que aprenden y la importancia de la educación) para evitar sentimientos de fracaso. Equivocarse forma parte del aprendizaje, pero es necesario que averigües las razones por las que puede presentar un bajo rendimiento en el cole porque pueden ser muchas: problemas para prestar atención, de vista, de audición, de comprensión del lenguaje, de ansiedad. 

Cada niño o niña posee unos rasgos de temperamento particulares que influirán en la manera de adaptarse y responder ante nuevas situaciones. Nunca debes compararle con otros niños o niñas y siempre debes reforzar sus esfuerzos con muestras de cariño y elogios. 

Es muy positivo que a la hora de poner normas y sanciones contemos con su opinión, así el niño o la niña percibe que nos importa y le hacemos ser consciente de su responsabilidad en sus actuaciones. 

En esta etapa comienza a desplegar gran parte de las conductas que ha aprendido de nosotros a la hora de resolver conflictos. Ayudarle a expresar verbalmente sus frustraciones contribuirá a que sea capaz de autorregular sus emociones y a que disminuya el nivel de malestar ante situaciones difíciles. Es importante para su desarrollo que las rutinas y horarios de sueño, higiene, ejercicio físico regular y alimentación sigan siendo estables. Esa estabilidad sigue siendo fundamental para garantizar su adecuado desarrollo y facilita el establecimiento de normas y la asunción progresiva de responsabilidades por su parte.

Es una etapa ideal para transmitir valores de convivencia igualitaria y de justicia social. Los padres y profesores podemos corregir actitudes poco deseables o ideas prejuiciosas relacionadas con el sexo, la etnia o las discapacidades.



OTRA FICHA DE COMPRENSIÓN LECTORA




EJERCICIOS DE LECTURA COMPRENSIVA

Lee y sigue las instrucciones

Este año toda la familia iremos de vacaciones, pero cada uno viajará en un medio de transporte distinto. Rodea con un círculo rojo el transporte que lleva más pasajeros y colorea los ojos del que va a Málaga. Después dibuja una estrella al lado del transporte aéreo y un pez al lado del transporte acuático. Luego rodea el lugar al que viajará mi abuela y tacha a la persona que viajará en primavera.
Por último colorea el transporte en el que viajará mi tía y rodea la estación del año en la que viajará el transporte con menos pasajeros.